MORIR PARA VOLVER A NACER

A lo largo de nuestra vida nos encontramos con muchos momentos en los que sentimos que una etapa, una relación, un trabajo o un proyecto, de una u otra manera, ha terminado.

No es infrecuente que muchas personas traten de seguir «estirando» dicha situación, aferrándose hasta la extenuación a aquello que parecen estar perdiendo. Aquello que sentimos que nos pertenecía, que era el hilo conductor de nuestra vida y que, «de repente», nos es arrebatado. Aquello conocido, cotidiano, tan «nuestro» como nuestra propia naturaleza.

Ante tamaño infortunio, ofrecemos todas las resistencias a nuestro alcance para prorrogar nuestra conexión con «ello», ya que su pérdida supone dolor, dudas, incertidumbre, angustia y miedo. El mero hecho de vivirlo como una pérdida, como si nos arrancaran algo de nuestro interior, es la primera barrera que nos auto-imponemos para dar el siguiente paso.

Son muchos momentos en nuestra vida en los que es necesario dejar «morir» partes de nuestra persona para abrazar nuevos escenarios, nuevas posibilidades, nuevas realidades. Tratar de avanzar, desde la agonía y el lastre de lo que «perdemos», nos convierte en seres incompletos, recelosos del futuro.

Morir a nosotros mismos es un ejercicio de madurez personal, de toma de conciencia. Es un motivo de celebración, de evolución y crecimiento. Desde una vista elevada, este proceso de renacimiento personal implica pasar al siguiente nivel: No es volver a nacer; nace una persona renovada, consciente, libre…

¿Qué cosas en tu vida debes dejar marchar de una vez?, ¿Qué tiene que morir en ti para volver a nacer?

Morir vs Nacer

SI LO PUEDES SOÑAR, LO PUEDES HACER…

Diferentes doctrinas de la excelencia personal aseguran que nuestro mundo interior crea nuestro mundo exterior. Es decir, antes de hacer algo, previamente lo hemos creado en nuestra imaginación y, a continuación, lo hemos plasmado en el mundo «real». Imagina un arquitecto que primero visualiza un proyecto, a continuación lo «dibuja» y, finalmente, lo ejecuta.

No obstante, son muchos los que no salen de ese fantástico mundo interior, donde todo es posible, y se dedican a «vivir» desde dentro lo que nunca plasman fuera. Personas que, permanentemente, sueñan con cómo les gustaría vivir, cómo les gustaría ser o con quién querrían compartir su vida, pero que no dan un paso más allá.

Si de verdad quieres construir un futuro «cierto», empieza por remangarte y trata de convertir esos pensamientos positivos, esos anhelos de futuro, esas buenas intenciones, etc., en acciones concretas, tangibles. Es más probable que el desenlace final al que te diriges se cumpla si te pones a ello con toda tu energía que si te recreas en imaginarlo una y otra vez.

La perseverancia, el compromiso, la determinación y el esfuerzo son complementos necesarios para domar la voluntad. Si lo puedes soñar, lo puedes hacer, pero debes querer.

Crear vs Imaginar

EL COLOCADOR DE ÁRBOLES

Todos hemos leído o escuchado alguna vez la clásica frase: «que los árboles no te impidan ver el bosque».

Esta expresión, la utilizamos habitualmente para referirnos a cómo, en muchas más ocasiones de las deseables, nos dejamos embaucar por lo accesorio, por lo que no es importante de las cosas, por lo superficial de las situaciones.

Son muchos los «árboles» que, a diario, distraen nuestra atención y nos alejan de la verdadera esencia del bosque, de aquello nuclear, de aquello que conecta con quiénes somos.

Ahora bien, es interesante vernos a nosotros mismos (metafóricamente hablando) con un machete, tratando de ir eliminando la maleza a nuestro paso con el objetivo de limpiar el camino y tomar dimensión de la grandeza de nuestro bosque. Sin embargo, pocas veces hemos reparado en que, con mucha frecuencia, somos nosotros los que boicoteamos nuestra propia marcha al ir colocando, de manera intencionada (aunque inconsciente), todo tipo de obstáculos que nos hacen complicado tomar perspectiva.

A lo largo de nuestra vida, en ocasiones, nos hemos visto atrapados por una poblada vegetación fruto de las»semillas de la confusión» que plantamos alguna vez a nuestro paso.

Así pues, si quieres disfrutar de la plenitud de tu bosque, empieza por preguntarte qué «árboles» colocaste tú mismo en el camino. Qué barreras te has creado ante tí para entretener tu mirada y no poder ver, con claridad, lo esencial de tu vida. Es el momento de derribarlos y recrearte por una senda limpia y abierta, …

La esencia del bosque

GENIAL… ¡¡¡SOY UN FRACASADO!!!

Vivimos en una Sociedad marcada por una ola de excesivo positivismo y de «buenrollismo» que ha derivado en una permanente impostura de «todo va bien», de «no hay fracasos sino aprendizajes», de una desmedida sobreprotección ante «lo doloroso», de una evitación manifiesta de la «frustración ante lo que no me sale bien», etc…

Ahora que utilizamos todo tipo de técnicas avanzadas de comunicación para poner en positivo el lenguaje y no utilizar determinados términos «limitantes» es cuando más orgulloso estoy de poder decir que yo SOY UN FRACASADO.

Sí, me he equivocado en infinidad de ocasiones, he hecho las cosas mal muchas veces. Lo bueno es que eso me ha convertido en la persona que soy. Me ha hecho más fuerte, más resistente y más tolerante ante la frustración de, en ocasiones, no conseguir las cosas que quieres en el momento que quieres.. En definitiva, me ha permitido crecer y madurar.

Lo bueno de reconocer que has fracasado, que fracasas y que lo seguirás haciendo, es que es una buena forma de liberarse de la superficialidad por no tener que demostrar cada día que eres perfecto.

Bendita imperfección…

Genial soy un fracasado