Si compraste la idea de que si pierdes el “último tren” te quedas en tierra, entonces eres uno de esos millones de personas que viven con miedo a vivir. Una de esas personas que prefieren no quedarse atrás ante una oportunidad irrepetible de alcanzar aquello que buscaron toda su vida.
Probablemente, eres una de esas personas que piensa que, en este momento de su vida, el Universo le presenta esa última ocasión para salir del tipo de vida en la que se encuentra. Una vida que no le llena, que no le gusta, que no se parece en nada a aquella que soñó hace años, cuando aún tenía fuerzas y ganas para ilusionarse.
¿Quién decide cuál es el tren al que has de subirte o el lugar al que debe dirigirse?
¿Qué pasaría si tuvieras tu propio medio de transporte listo y preparado para tomar un nuevo rumbo? Uno más lento, quizá, pero con destino a tu estación soñada.
No sacrifiques la urgencia de subir a un tren rápido (cualquier tren, de hecho) sin un destino claro para que te lleve lejos de aquí, por un viaje más tranquilo, más sosegado, al lugar que de verdad sueñas. Tómate el tiempo que necesites para elegir, de corazón, hacia dónde dirigir tus pasos, porque todo es posible.
Elige, primero, el lugar en el que quieres pasar el resto de tu vida y, a continuación, decide en qué medio vas a realizar el viaje. Sea cual sea, te está esperando…