LA BELLEZA DE LO COTIDIANO

Es paradójico la necesidad que tiene el ser humano de expandir sus fronteras, de ampliar sus horizontes, de conocer otras realidades, nuevas personas, lugares diferentes, aprendizajes distintos, situaciones novedosas, etc… para darse cuenta de lo verdaderamente maravilloso que es lugar en el que habita.

Baste viajar a la Luna, para, desde allí, observar cuán inmensamente bonita es la Tierra, el lugar en el que transcurre nuestra vida. Así, las personas, muchas veces por necesidad, otras por placer o por curiosidad, huimos o viajamos para apreciar la belleza de lo que hay fuera, y, a poco que echemos la vista atrás nos sorprendemos a nosotros mismos contemplando, en la distancia, la grandiosidad de lo que hay dentro.

Buscamos vidas mejores, mirando las de otras personas, aparentemente más glamurosas y felices, y no nos damos cuenta de la grandeza de nuestra cotidianidad.

Somos eternos buscadores, en una senda que apunta siempre hacia delante y que no nos permite recrearnos en el momento presente, en lo que tenemos, en lo que somos aquí y ahora.

Por supuesto que salir a explorar, a mirarse con otros ojos y a beber de otras verdades es un ejercicio maravilloso y enriquecedor, especialmente, si somos capaces, tras el viaje y con la mochila cargada, de disfrutar de ese crecimiento en el lugar del que partiste.

Así pues, viaja, vete lejos y aprecia desde allí que, en realidad, ya tienes todo lo que necesitas para ser feliz.

Un viaje es mucho más valioso si tienes un hogar al que volver; Tú mism@.

LEJOS VS CERCA