¿CAFÉ?

Cuando tienes CONOCIMIENTOS, una ACTITUD adecuada, FORTALEZAS y EXPERIENCIA, que las cosas sucedan es cuestión de tiempo y de llevar a cabo las ACCIONES CORRECTAS.

Hay mucho talento, pendiente de definir un objetivo claro, cómo activarse para ponerse en marcha y qué vías va a utilizar para ser visible.

CAMPEÓN EN ESFUERZO: ESFUERZO DE CAMPEÓN

De un tiempo a esta parte, da la sensación de que vivimos en una Sociedad centrada en la obtención de resultados inmediatos. Una Sociedad impaciente que nos apremia a alcanzar, cuanto antes, cotas más y más altas en nuestro desempeño. Tanto en el plano personal como profesional.

Vivimos rápido, muy rápido, y apenas somos conscientes de cómo suceden las cosas a nuestro alrededor. No llegamos ni a saborearlas mientras estamos en la tarea, ni a disfrutarlas cuando las hemos alcanzado.

La idea de madurar, de construir poco a poco, de hacer que las cosas, las relaciones o los logros se cocinen a fuego lento, parece reservada a personas de otro tiempo o a personas más ligadas al milenario arte de la meditación y de la vida contemplativa. El resto de mortales, los que nos batimos el cobre a diario, los que nos pasamos el día corriendo de un lado para el otro para poder llegar a todo, estamos absolutamente desbordados por una ingente cantidad de estímulos que nos presionan con conseguir cada vez más cosas, y, además, cada vez más rápido.

Este ansia por conseguir resultados en el corto plazo nos ha hecho olvidarnos del camino, del esfuerzo necesario para mejorar y crecer, a cambio de llegar cuanto antes a destino.

La gran paradoja es que, aquellos que han conseguido alcanzar resultados por encima de la media en su campo de actuación, aquellos a los que podríamos llamar «campeones» de lo suyo, aquellos que son tan admirados como envidiados por sus logros, lo han conseguido a base de currárselo a solas, mientras repetían una y otra vez los entresijos de su disciplina y mejoraban con cada gota de sudor.

En la vida no hay atajos, tal y como nos muestra la madre Naturaleza. Todo tiene un proceso de desarrollo mientras se forja y se perfecciona a base de encadenar un aprendizaje al siguiente.

Así, cada aprendizaje vivido en primera persona, al margen de la galería, basado exclusivamente en una práctica intencional, nos acerca, cada vez más, a nuestro propósito, cualquiera que sea.

Abstráete, de vez en cuando, de cuanto sucede en el mundo para conectar con tu propio ritmo y la determinación necesarias para convertirte en un campeón en esfuerzo. Tal vez este impulso te convierta en un CAMPEÓN, con mayúsculas.

¿CUECES O ENRIQUECES?

Vivimos en un entorno en el que estamos rodeados de todo tipo de estímulos. Tanto es así, que llega un momento en el que estamos completamente saturados, hasta el punto de hacernos «impermeables» a todo tipo de mensajes que nos llegan por los más variados canales.

La lucha por la atención del consumidor/cliente/usuario/comprador es el «caballo de batalla» de los departamentos de marketing de las grandes Compañías y por toda suerte de profesionales independientes expertos en todo tipo de temáticas.

Con tantísimo «ruido» en los mercados y en los canales de comunicación, captar la atención del cliente potencial es una absoluta prioridad, pues abre una posibilidad real a la venta de productos y servicios.

Así las cosas, en el ámbito de la atención hemos pasado de la interrupción (anuncios) a la atracción (contenidos).

La primera, genera incomodidad y, salvo que dichos anuncios/interrupciones tengan algo valioso para alguien, la sensación generada es de molestia y ruido.

La segunda, implica la generación de contenidos de valor para aquellos a los que reclamamos atención. En primera persona, esto conlleva conocer cuál es nuestra aportación al mundo, comunicarla de manera atractiva y útil, y conocer bien a quién le resuelve un problema y, por tanto, le puede ser de utilidad.

Y tú, para ser profesionalmente atractivo ¿sabes bien qué aportas, cómo lo aportas y a quién lo aportas?

Recuerda que tu #MarcaPersonal está en juego con cada aportación que haces al mundo, por lo que plantéate lo siguiente: en esto de la atención, tú, ¿Cueces o Enriqueces?

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¿INTÉRPRETE O COMPOSITOR?

La vida es como la música: Melodías, canciones, acordes, ritmos… Todos ellos generados en un momento de inspiración de alguien que quiso plasmar, en notas musicales, un sentimiento, un pensamiento, una sensación, una emoción, una historia… capaz de tocar el alma de sus congéneres, en cualquiera de sus manifestaciones (lágrimas, alegría, rabia, nostalgia,…)

Aunque cada uno de nosotros puede decidir interpretar la música que alguien ha compuesto, haciéndola suya, y pueda sonar realmente bien, no está sino “versionando el mensaje” de otra persona.

Por supuesto que una bella melodía merece ser propagada a los cuatro vientos para ser escuchada y disfrutada por el máximo de personas posible, sin embargo, ¿no sería maravilloso mostrar al mundo tu propia melodía? ¿Aquella que emana de ti, que expresa quién eres y que pone de manifiesto tu esencia? ¿Aquella que muestra tu autenticidad, tu mensaje, tu visión del mundo y de tu pequeño universo interior? Tal vez no vaya a pasar a la historia como la melodía más bella jamás compuesta, pero sí servirá para dejar tu legado, tu contribución al mundo. Tal vez, con que consiga derramar una sola lágrima, esbozar una simple sonrisa o provocar un fugaz baile, ya habrá merecido la pena.

Hay verdaderos maestros de la interpretación; francamente necesarios, pero también necesitamos de muchos, muchos compositores ¿te atreves?

interprete-o-compositor

NO DESESPERES, BUSCA…

Que estamos ante un nuevo paradigma de relaciones profesionales y personales, ya no es nada nuevo. Que, en este marco, la flexibilidad, el uso intensivo de tecnología y la capacidad de adaptación al cambio serán factores claves, también lo tenemos claro. Que debemos mostrar un valor diferencial que nos haga brillar con luz propia y sea útil a otros comienza a ser un mensaje recurrente,… Y, pese a la permanente evolución, la rapidez y la turbulencia de los cambios, la conclusión final sigue siendo la misma de siempre: Tener claro nuestro Propósito en la vida y disfrutar del camino

Y es, precisamente en ese punto, en el del establecimiento de un Propósito, en la búsqueda de nuestro “para qué”, en donde radica la solución…. Y el problema.

«En un entorno hipercompetitivo, en el que cada uno busca diferenciarse de los demás, estamos más pendientes de alejarnos de otros que de acercarnos a nosotros mismos…»

En los tiempos en los que vivimos, comienza a ser más habitual de lo deseable, que las personas caigan en la desesperanza cuando no son capaces de alcanzar aquello que se proponen. En una Sociedad, además, en la que la Cultura del Esfuerzo ha quedado relegada a la obtención de todo por la vía rápida: “aprenda inglés con 1.000 palabras”, “adelgace por la noche, mientras duerme y a base de cremitas”,… ¿para qué practicar el idioma e imbuirte de él y de la riqueza de su cultura?, ¿para qué hacer ejercicio, sentirlo en toda su dimensión, y disfrutar saboreando una comida sana? Remedios rápidos, herramientas, metodologías, recetas y fórmulas maestras… cualquier cosa, con tal de transitar de puntillas por el “meollo de las cosas” y alcanzar, cuanto antes la meta deseada.

La gran trampa radica en que este tipo de cambios “remediativos” no son sostenibles a lo largo del tiempo, y nos devuelven, a menudo, a nuestro punto de partida, con la consiguiente frustración.

Como siempre, la naturaleza nos marca el camino… Y en la naturaleza no hay atajos, las cosas suceden con una cadencia y una secuencia determinados, sin prisa, pero sin pausa.

Todo camino conlleva, de manera inexcusable, dificultades, obstáculos y barreras que han de ser sorteadas y que implicarán cierta suerte de sufrimiento y de sacrificio para seguir avanzando. Ahora bien, cuando tienes meridianamente claro para qué realizas ese camino, cuando descubres en tu interior cuál es tu propósito vital, para qué estás aquí, cuál es tu papel en todo esto, entonces el sufrimiento y el sacrificio adquieren una nueva dimensión. Es, entonces, cuando entiendes que dicho sufrimiento está presente en tu vida para enseñarte algún tipo de lección, algún tipo de aprendizaje que deberás incorporar a tu mochila para usar más adelante. Es, entonces, cuando se te revela ante ti una dirección genuina y todo adquiere sentido.

Sufrir porque sí, sin saber por qué ni para qué, nos lleva a la desesperanza, a perder el rumbo, a centrarnos en el dolor que nos produce dicho sufrimiento. Así, dedica tiempo y energías a tratar de identificar cuál es tu Propósito y, desde ahí, ajusta tu brújula interior para hacer el viaje de tu vida

Tu misión te espera, descúbrela, hónrala cada día. No desesperes, presta atención a las señales. Están ahí delante de ti… No dejes de buscar…

Desesperanza

EXPERTO EN MIEDO

Todos somos seres humanos únicos e irrepetibles. Nuestra historia personal, nuestros conocimientos adquiridos a lo largo de nuestra vida, nuestra educación, nuestra cultura, lo que hemos aprendido y a quien hemos conocido nos han configurado como las personas que hoy somos. Esencialmente diferentes.

En esta travesía, nos hemos ido pertrechando de habilidades y talentos que nos han configurado como personas capaces de hacer bien algunas cosas. Eso sí, unas mejor que otras.

Si bien nos llegamos a conceder la consideración de personas aptas, válidas para ejecutar, de manera aceptable, las tareas a las que nos enfrentamos a diario, también solemos tender, en un buen número de ocasiones, a sentirnos incapaces de obtener un resultado «digno».

De ese modo, con más frecuencia de la deseable, solemos sentirnos atenazados por nuestros propios miedos a la hora de desplegar nuestras habilidades y capacidades, en vez de dar rienda suelta a nuestra pericia y disfrutar de un camino y unos resultados excepcionales.

Deja que el «experto» que hay en ti se centre en tu pericia, no en el miedo a desplegarla.

Experto en el miedo