Los números de 2015

Los duendes de las estadísticas de WordPress.com prepararon un informe sobre el año 2015 de este blog.

Aquí hay un extracto:

Un teleférico de San Francisco puede contener 60 personas. Este blog fue visto por 1.100 veces en 2015. Si el blog fue un teleférico, se necesitarían alrededor de 18 viajes para llevar tantas personas.

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¿QUÉ QUIERES CONSERVAR?

Los días pasan a una velocidad tremenda.

En un mundo tan dinámico, turbulento y cambiante, en ocasiones, nos vemos atrapados en una espiral de acontecimientos que nos llevan y nos traen de manera zozobrante. ¿Quién no ha tenido la sensación, a menudo, de encontrarse a la deriva?, ¿de sentirse atrapado, por no poder adaptarse a las situaciones o por percibir una falta de control absoluta?

Este ciclón que nos envuelve nos exige tomar decisiones de manera rápida y permanente. El ciclo de vida de las cosas que nos rodean es, cada vez, más corto. La duración de las cosas es cada vez menor: la validez de nuestros conocimientos, las modas, la propia tecnología, el aprovechamiento de nuestras experiencias vitales,… Consumimos y quemamos etapas con una facilidad pasmosa.

La Ley de Revans nos dice que sólo pueden sobrevivir los seres vivos cuya tasa de cambio interna sea igual o superior a la del exterior. Así, todo parece indicar que, para poder sobrevivir, necesitamos tener una gran capacidad de adaptación al cambio. Tiene sentido, ya que, en un entorno con tasas de cambio casi exponenciales, es preciso tener una gran facilidad para aprender.

No obstante, ¡¡¡cuidado!!!, los grandes gurús del desarrollo personal suelen poner el foco en aquello que queremos cambiar, en aquello que debemos adoptar de nuevo. De esa manera nos animan a vaciar nuestra mochila para despojarnos de aquello que ya no nos es útil, aquello que lastra nuestro camino y nos nos permite acercarnos a nuestros deseos, a nuestros sueños.

Si bien es cierto, que es relevante despojarse de creencias y paradigmas limitantes, no es menos relevante el hecho de que, a la propia velocidad a la que suceden las cosas, nuestros deseos, nuestros sueños, también puedan cambiar. Por ello, probablemente, el foco (más que en aquello que quiero cambiar) tal vez debería estar en aquello de mí, de mi mochila, que quiero conservar. Aquello que me acompañará siempre con independencia de a dónde quiera dirigirme en cada momento. Aquello que es irrenunciable para mí, más allá de lo que sucede fuera.

De ese modo, la clave no está en qué quieres cambiar, sino en qué quieres conservar… ¿Sabes tú qué es aquello sobre lo que seguir construyendo tu camino?

Todo lo que se conserva