TRANSICIONES Y SILENCIOS

Cuando pasas mucho tiempo metido en tu despacho, entre cuatro paredes, es sencillo perder la dimensión de las cosas, es sencillo desconectarte del todo y perder las referencias que te conectan con lo que sucede en el mundo real, que te conectan con las cosas cotidianas y con las personas que lo habitan.

Con el pretexto de la productividad y la efectividad, esas cuatro paredes se pueden llegar a convertir en una, aparentemente inocua, celda de cristal que te puede llegar a aprisionar el alma, el cerebro, el corazón y, por supuesto, la capacidad de ver más allá.

De la misma manera, en el otro lado de la balanza, cuando pasas mucho tiempo “ejecutando” ahí afuera, lejos de tu “soledad interior”, ligado a la actividad, a la tarea, ocurre exactamente lo mismo; estás tan centrado en eso, que puedes llegar a perder la dimensión, la perspectiva y tu lugar en el espacio.

Donde verdaderamente se produce la expansión y el crecimiento de una persona es en las transiciones que se llevan a cabo con el silencio interior propio de la observación y de la toma de conciencia de lo que está sucediendo en el aquí y en el ahora. En el silencio del disfrute, del estar despierto para captar lo imperceptible, en esos momentos de idas y venidas, en ese salir y caminar, en ese trayecto de un sitio a otro, del despacho a la ejecución, de la ejecución al despacho, en esos viajes donde verdaderamente uno se vuelve a conectar con la grandeza, con el foco y la apertura de mente.

Es, justamente, en las transiciones silenciosas que ralentizan lo que sucede en el exterior para filtrar lo valioso de cada situación, donde, definitivamente, nos hacemos más grandes.

Es en el movimiento sereno donde discurre la vida; Así pues, muévete, observa en silencio, aprende y disfruta.

TRANSICIONES Y SILENCIOS

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